jueves, junio 19, 2008

Piso Pegajoso

¿Cómo está tu piso pegajoso?
Por: Nancy J. Chodorow

“(...) Me costó algo más encontrar un ejemplo clínico puro de “piso pegajoso”, pero en otra paciente, C., en cuya maraña de dificultades para manejar las cuestiones del género, la sexualidad y el éxito se entrelazaban tantos factores, que tornaban difícil un trabajo tranquilo y cualquier progreso. Esta mujer ansiaba el éxito, pero entendía que era algo totalmente masculino. Recordando su infancia me dijo: ‘Mis imágenes de personas admirables correspondían en todos los casos a varones. O bien estaban las pocas pioneras solitarias, las que hacían lo que las mujeres no hacen normalmente, como Jo, de Mujercitas [de Louise May Alcott]. Era el personaje más interesante...una varonera que se atrevía a todo. En ese libro no hay hombres. El padre está lejos. Luego, Jo es transformada por el amor en una verdadera mujer, se casa y tiene hijos.’ Cuando indagué al respecto, C. me respondió: ‘¡Derrota! ¡El final de todo! Madurar, para una mujer, significa transformarse en esposa y madre de una manera que arruina sus [demás] actividades. No hay otro remedio que aceptar el destino y las propias limitaciones. ‘Aceptar el destino’ es parte de la madurez. Ser domada y convertida en esposa y madre, enunciar a toda fantasía de ser una persona poderosa, importante y activa. ¡La otra cuestión es conseguir a un hombre que nos pertenezca! Renunciar a ser un hombre, o a la esperanza de ser un hombre, para conseguirlo. ¿Dónde están las imágenes heroicas de las mujeres como tales? Estoy aferrada a un deseo de heroísmo, de reconocimiento, de valoración, de admiración.’
Examinamos juntas su dilema: si finalmente lograba ser un héroe aclamado y admirado, se transformaría en hombre. Ante esto, C. me dijo: ‘Imagino que es la única forma de llegar’, y se largó a llorar; luego agregó: ‘Pero entonces está el temor ala venganza: afirmar la propia personalidad, ser emperador –o sea, competir- es también algo asociado con los hombres. En los libros de cuentos uno es un príncipe, y como tal no quiere competir; su situación está asegurada. En nuestra sociedad hay competencia, y eso es aterrador.’ (...)”


Despertando a tu Diosa Interior
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