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jueves, enero 24, 2008
martes, enero 22, 2008
Yemaya y la mujer araña
En la leyenda del Génesis de los Yorubas, cuando la vanidad dl primer hombre inmortal hizo que los dioses destruyesen toda la vida, Olodumare (creación) se disgustó y creó un nuevo hombre, pero mortal: Obatala. A Obatala se le dio una mujer, Oddudua, que está representada como una joven negra que amamanta a un niño. Esta imagen resulta familiar también en el cristianismo aplicada a María así como a la diosa egipcia Isis.
Los hijos de Obatala y Oddudua fueron Aganyu y Yemaya, que juntos tuvieron un hijo, Orungan. Orungan creció con la agresividad masculina y empezó a desafiar a Aganyu y al orden natural violando finalmente a su madre, Yemaya. La diosa lunar de los océanos maldijo a su hijo hasta la muerte y después, decidiendo su propio fin, murió de pena en la cima de la montaña más alta de la tierra.
A su muerte se abrió el vientre y parió a los 14 dioses y diosas Yorubas; el diluvio de sus aguas del parto produjo una inundación y se llenaron los mares. De los huesos de la diosa nacieron Obafolum y Lyaa, el primer hombre y la primer mujer: padres de la humanidad.
Yemaya es una imagen de nacimiento fértil y de todo tipo de creatividad, de las aguas que producen y sacan a flote la vida. Sus símbolos son barcos, conchas, flores y abanicos y sus colores son el azul y el blanco de las olas tranquilas. Es uno de los 7 poderes africanos, una diosa de gran aceptación popular, cuya sincretización con María facilitó la aceptación del cristianismo entre los cubanos y sudamericanos descendientes de África. Relacionada con las olas del mar, los crustáceos y criaturas marinas, Yemaya es una diosa de la creación del océano, de las mujeres y de la luna femenina.
Su contrapartida en la zona sudoeste de América del Norte es la Mujer Araña, la que teje la vida, gran madre de los indios Hopi. En la versión de Merlin Stone de Sia Pueblo, la Mujer Araña surgió de la nada en el momento en que aparece la luz púrpura oscura del crepúsculo.
La diosa hiló una hebra de plata de su cuerpo de araña y la extendió para marcar el Este y el Oeste del horizonte. Después hiló otra hebra de Norte a Sur. Con esto, la Mujer Araña creó los 4 puntos cardinales, de los que ella era el centro: creó el camino de la vida de los Hopi, dándoles forma de cruz de brazos iguales.
La gran madre cantó el canto de la creación desde el sitio que ocupaba en el centro del tejido del universo y de ese canto nacieron sus hijas: Ut Set y Nau Ut Set. Las diosas gemelas hicieron el sol y la luna con conchas marinas y con piedras de colores que había en la tierra y las colocaron en el cielo en su lugar. Crearon la muchedumbre de estrellas para que iluminasen la noche cuando la luna se retira demasiado lejos para poder verla.
Según el antropólogo de los Hopi, Frank Waters, la Mujer Araña, tuvo 2 hijos que crearon la armonía y equilibraron la tierra, haciendo que rotase con seguridad y precisión.
Los Hopi tienen un sistema de colores de luz que coincide con los colores de las etapas de la creación. Estos, a su vez, corresponden a las partes del cuerpo y son un sistema de chacras o colores de chacras muy parecidos a los de la India o el Tibet y se utilizan en el Oeste para las curaciones psíquicas y la magia. El eje de la tierra es parecido a la columna vertebral del cuerpo y radia hacia estos centros de luz o chacras.
La Mujer Araña envió a las 4 razas a vivir a la tierra, para descubrir la alegría y la belleza, para poblar el mundo. Salieron a la tierra por el sipapu, el centro de la tierra y útero. Enseñó a las mujeres el secreto de tejer, Ut Set dio al pueblo maíz y la leche de los pechos de su madre y Nau Ut Set les enseñó a usar el maíz como alimento y como plegaria. La Mujer Araña enseñó a los Hopi el Camino de la vida y volvió a hablarles del kopavi, la puerta siempre abierta que los pone en comunicación con la sabiduría de ella.
Recuerden que este domingo 27 de enero llega el curso de Tarot nivel 1!!!
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Los hijos de Obatala y Oddudua fueron Aganyu y Yemaya, que juntos tuvieron un hijo, Orungan. Orungan creció con la agresividad masculina y empezó a desafiar a Aganyu y al orden natural violando finalmente a su madre, Yemaya. La diosa lunar de los océanos maldijo a su hijo hasta la muerte y después, decidiendo su propio fin, murió de pena en la cima de la montaña más alta de la tierra.
A su muerte se abrió el vientre y parió a los 14 dioses y diosas Yorubas; el diluvio de sus aguas del parto produjo una inundación y se llenaron los mares. De los huesos de la diosa nacieron Obafolum y Lyaa, el primer hombre y la primer mujer: padres de la humanidad.
Yemaya es una imagen de nacimiento fértil y de todo tipo de creatividad, de las aguas que producen y sacan a flote la vida. Sus símbolos son barcos, conchas, flores y abanicos y sus colores son el azul y el blanco de las olas tranquilas. Es uno de los 7 poderes africanos, una diosa de gran aceptación popular, cuya sincretización con María facilitó la aceptación del cristianismo entre los cubanos y sudamericanos descendientes de África. Relacionada con las olas del mar, los crustáceos y criaturas marinas, Yemaya es una diosa de la creación del océano, de las mujeres y de la luna femenina.
Su contrapartida en la zona sudoeste de América del Norte es la Mujer Araña, la que teje la vida, gran madre de los indios Hopi. En la versión de Merlin Stone de Sia Pueblo, la Mujer Araña surgió de la nada en el momento en que aparece la luz púrpura oscura del crepúsculo.
La diosa hiló una hebra de plata de su cuerpo de araña y la extendió para marcar el Este y el Oeste del horizonte. Después hiló otra hebra de Norte a Sur. Con esto, la Mujer Araña creó los 4 puntos cardinales, de los que ella era el centro: creó el camino de la vida de los Hopi, dándoles forma de cruz de brazos iguales.
La gran madre cantó el canto de la creación desde el sitio que ocupaba en el centro del tejido del universo y de ese canto nacieron sus hijas: Ut Set y Nau Ut Set. Las diosas gemelas hicieron el sol y la luna con conchas marinas y con piedras de colores que había en la tierra y las colocaron en el cielo en su lugar. Crearon la muchedumbre de estrellas para que iluminasen la noche cuando la luna se retira demasiado lejos para poder verla.
Según el antropólogo de los Hopi, Frank Waters, la Mujer Araña, tuvo 2 hijos que crearon la armonía y equilibraron la tierra, haciendo que rotase con seguridad y precisión.
Los Hopi tienen un sistema de colores de luz que coincide con los colores de las etapas de la creación. Estos, a su vez, corresponden a las partes del cuerpo y son un sistema de chacras o colores de chacras muy parecidos a los de la India o el Tibet y se utilizan en el Oeste para las curaciones psíquicas y la magia. El eje de la tierra es parecido a la columna vertebral del cuerpo y radia hacia estos centros de luz o chacras.
La Mujer Araña envió a las 4 razas a vivir a la tierra, para descubrir la alegría y la belleza, para poblar el mundo. Salieron a la tierra por el sipapu, el centro de la tierra y útero. Enseñó a las mujeres el secreto de tejer, Ut Set dio al pueblo maíz y la leche de los pechos de su madre y Nau Ut Set les enseñó a usar el maíz como alimento y como plegaria. La Mujer Araña enseñó a los Hopi el Camino de la vida y volvió a hablarles del kopavi, la puerta siempre abierta que los pone en comunicación con la sabiduría de ella.
Recuerden que este domingo 27 de enero llega el curso de Tarot nivel 1!!!
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Perdonar o perpetuar los mensajes negativos
Por el Lic. Pablo Arturi desde Barcelona ESPAÑA
Pablo Arturi es Psicólogo, sanador, trabaja con cristales y tecnicas de Quelación, es corresponsal de prensa en temas ligados al cuidado del medio ambiente, y las personas.
Recordando una sesión con una paciente y escuchando la película de Louise Hay “Usted puede sanar su vida” basada en su libro me vino a la consciencia la importancia de la perpetuación de mensajes negativos. La sesión a la que me refiero fue con una mujer que había sido violada por su padre. Vivió la situación hasta que pudo irse de su casa. No recuerdo los pormenores pero sí recuerdo como en su aura había un canal energético que decía algo así como: “les hare lo mismo que me han hecho a mi”. Le pregunte por su relación con los hombres y me confirmo que “los manipulaba” como una forma de venganza, que sus relaciones habían sido muy difíciles.
Sin entrar en los detalles de porque lo había hecho o no, ni justificar o reprobar su decisión. Lo que me pareció interesante fue la “visión”. Esa “flecha” que la había herido a ella no se había quedado en ella con la posibilidad de elaborarla y captar su aprendizaje doloroso. Sino que se había perpetuado produciendo dolor en ella y en otros.
Escuchando las siempre frescas palabras de Louise Hay (también padecedora de abusos físicos y sexuales) en los que habla del “perdón” y “liberación” continuamente. También en varios momentos habla de sí “has aprendido algo negativo de tus padres no tienes porque repetirlo, simplemente les agradeces y dices: eso no es válido para mi”.
Creo que uno de los puntos centrales de este tema es la palabra “perdón”. Según algunos fue el salto cuántico que propuso Jesús a la ley del Ojo por Ojo de Moisés.
Como decía Gandhi “ojo por ojo y todos nos quedaremos ciegos”. Una palabra usada con connotaciones positivas y negativas. Quiero tratarlo sin connotaciones religiosas, sino terapéuticas. Cuando hemos vivido situaciones dolorosas como cuando las hemos creado eso genera un cúmulo de emociones, pensamientos que quedan grabados en nuestro interior. A veces, quedan como trauma a la espera del momento propicio para solucionarlo y captar su mensaje. Con el paso del tiempo muchas veces es como esa “piedra en el zapato” que molesta pero ya nos habituamos a ella formando parte de nosotros. Inclusive pasamos a auodefinirnos en base a ello: “soy asi, asi y así porque me paso esto y lo otro”.
Pero cuando llegamos a un cruce de caminos donde tenemos que decidir si queremos cambiar o seguir por el mismo sendero, no hay otra opción que liberar peso del pasado y perdonar. Sino el propio peso del pasado nos seguirá llevando en la misma dirección y las heridas seguirán abiertas.
A través de mi experiencia he visto tanto en lo personal como en lo profesional que lo más difícil no es perdonar a los demás sino a uno mismo. Recuerdo el caso de otra mujer que se culpaba porque su hijo había tenido un accidente grave, mientras ella estaba con un hombre. Habían pasado los años y la culpa y el dolor seguían allí.
En esto veo una relación adicional. La de no aprender de los errores. El no perdonarse también implica que no puedo aprender de mis errores pasados. Ellos siguen estando presentes recordándome que “no soy capaz” de mejorar, de aprender , de reparar, de ser perdonado y perdonar. Se perpetúa el dolor más allá del espacio tiempo original.
El perdón tiene una cualidad transformadora inmensa. Su poder depende de nuestra decisión de ejercerlo. Expande nuestro corazón recuperando un espacio ocupado por el dolor. El perdonar a aquel que nos ha lastimado nos libera de ese lazo, del vínculo con esa situación y esa persona. Nos devuelve el poder que esa persona o esa experiencia nos quito. YO estoy eligiendo en este momento presente perdonar y DECIDIR qué hacer con esa energía y esa experiencia. Nos abre el espacio de la ACEPTACION, de que la otra persona al igual que yo se puede equivocar, y tal vez en ese momento hizo lo mejor que supo hacer. Ayuda a lo más dificil: perdonarnos a nosotros mismos. La culpa y el castigo suelen contaminar nuestra consciencia impidiéndonos ver más allá de la situación vivida.
Aceptar que somos lo mejor que podemos ser en este momento y que nuestro futuro será mejor porque así lo decidimos es un paso importante hacia nuestra libertad.
El perdón en su poder liberador nos ayuda a soltar lastre y a que ese mensaje negativo no se perpetué hacia nuestro futuro. Nos devuelve el poder, nos devuelve al presente, nos da libertad.
Inténtalo con cosas pequeñas y verás el poder. Simplemente deséalo, escríbelo, dilo en voz alta “Perdono a…por…”, “me perdono por….”
Es una forma de poner en práctica lo que se esta poniendo de moda últimamente: “la ecología interior”. Transformemos nuestro interior en un lugar limpio y libre de residuos del pasado para que haya espacio para lo nuevo.
Si estan interesados en responder a esta nota o comunicarse con el Lic. Pablo Arturi, nuestro corresponsal en Barcelona pueden hacerlo al pablo_arturi@concienciacristalina.com
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Recordando una sesión con una paciente y escuchando la película de Louise Hay “Usted puede sanar su vida” basada en su libro me vino a la consciencia la importancia de la perpetuación de mensajes negativos. La sesión a la que me refiero fue con una mujer que había sido violada por su padre. Vivió la situación hasta que pudo irse de su casa. No recuerdo los pormenores pero sí recuerdo como en su aura había un canal energético que decía algo así como: “les hare lo mismo que me han hecho a mi”. Le pregunte por su relación con los hombres y me confirmo que “los manipulaba” como una forma de venganza, que sus relaciones habían sido muy difíciles.
Sin entrar en los detalles de porque lo había hecho o no, ni justificar o reprobar su decisión. Lo que me pareció interesante fue la “visión”. Esa “flecha” que la había herido a ella no se había quedado en ella con la posibilidad de elaborarla y captar su aprendizaje doloroso. Sino que se había perpetuado produciendo dolor en ella y en otros.
Escuchando las siempre frescas palabras de Louise Hay (también padecedora de abusos físicos y sexuales) en los que habla del “perdón” y “liberación” continuamente. También en varios momentos habla de sí “has aprendido algo negativo de tus padres no tienes porque repetirlo, simplemente les agradeces y dices: eso no es válido para mi”.
Creo que uno de los puntos centrales de este tema es la palabra “perdón”. Según algunos fue el salto cuántico que propuso Jesús a la ley del Ojo por Ojo de Moisés.
Como decía Gandhi “ojo por ojo y todos nos quedaremos ciegos”. Una palabra usada con connotaciones positivas y negativas. Quiero tratarlo sin connotaciones religiosas, sino terapéuticas. Cuando hemos vivido situaciones dolorosas como cuando las hemos creado eso genera un cúmulo de emociones, pensamientos que quedan grabados en nuestro interior. A veces, quedan como trauma a la espera del momento propicio para solucionarlo y captar su mensaje. Con el paso del tiempo muchas veces es como esa “piedra en el zapato” que molesta pero ya nos habituamos a ella formando parte de nosotros. Inclusive pasamos a auodefinirnos en base a ello: “soy asi, asi y así porque me paso esto y lo otro”.
Pero cuando llegamos a un cruce de caminos donde tenemos que decidir si queremos cambiar o seguir por el mismo sendero, no hay otra opción que liberar peso del pasado y perdonar. Sino el propio peso del pasado nos seguirá llevando en la misma dirección y las heridas seguirán abiertas.
A través de mi experiencia he visto tanto en lo personal como en lo profesional que lo más difícil no es perdonar a los demás sino a uno mismo. Recuerdo el caso de otra mujer que se culpaba porque su hijo había tenido un accidente grave, mientras ella estaba con un hombre. Habían pasado los años y la culpa y el dolor seguían allí.
En esto veo una relación adicional. La de no aprender de los errores. El no perdonarse también implica que no puedo aprender de mis errores pasados. Ellos siguen estando presentes recordándome que “no soy capaz” de mejorar, de aprender , de reparar, de ser perdonado y perdonar. Se perpetúa el dolor más allá del espacio tiempo original.
El perdón tiene una cualidad transformadora inmensa. Su poder depende de nuestra decisión de ejercerlo. Expande nuestro corazón recuperando un espacio ocupado por el dolor. El perdonar a aquel que nos ha lastimado nos libera de ese lazo, del vínculo con esa situación y esa persona. Nos devuelve el poder que esa persona o esa experiencia nos quito. YO estoy eligiendo en este momento presente perdonar y DECIDIR qué hacer con esa energía y esa experiencia. Nos abre el espacio de la ACEPTACION, de que la otra persona al igual que yo se puede equivocar, y tal vez en ese momento hizo lo mejor que supo hacer. Ayuda a lo más dificil: perdonarnos a nosotros mismos. La culpa y el castigo suelen contaminar nuestra consciencia impidiéndonos ver más allá de la situación vivida.
Aceptar que somos lo mejor que podemos ser en este momento y que nuestro futuro será mejor porque así lo decidimos es un paso importante hacia nuestra libertad.
El perdón en su poder liberador nos ayuda a soltar lastre y a que ese mensaje negativo no se perpetué hacia nuestro futuro. Nos devuelve el poder, nos devuelve al presente, nos da libertad.
Inténtalo con cosas pequeñas y verás el poder. Simplemente deséalo, escríbelo, dilo en voz alta “Perdono a…por…”, “me perdono por….”
Es una forma de poner en práctica lo que se esta poniendo de moda últimamente: “la ecología interior”. Transformemos nuestro interior en un lugar limpio y libre de residuos del pasado para que haya espacio para lo nuevo.
Si estan interesados en responder a esta nota o comunicarse con el Lic. Pablo Arturi, nuestro corresponsal en Barcelona pueden hacerlo al pablo_arturi@concienciacristalina.com
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