lunes, febrero 19, 2007

enviado por la diosa Viviana del Rio

La Diosa Madre en el Paleolítico y la Actualidad
Especialmente relevante por sus conexiones con los primeros estudios psicológicos, el Arquetipo de la Madre es, sin duda, uno de los primeros símbolos concienciados en la historia de la humanidad. Existen representaciones cuya data supera los 30 mil años, en pleno auriñacense europeo, las que con impresionante claridad reflejan los principales aspectos del símbolo, y habitualmente se hayan asociados a determinados estadios culturales pre y agroalfareros o semiagrícolas.
La importancia de este Arquetipo no estriba sólo en el hecho de que la mayoría de los clásicos complejos freudianos se hayan asociados a sus manifestaciones, sino además, en que constituyó la base del desarrollo de la mayoría de las religiones del planeta. Efectivamente, estudios modernos han ido verificando cada vez con mayor certeza que —en el origen de la mayoría de las concepciones mitológicas del mundo—, eran Diosas-Hembras las Supremas deidades, siendo los Dioses, acompañantes menores, con la misma función reproductora que los zánganos en un panal de abejas.
Uno de los estudios más interesantes y provocadores al respecto se titula «Cuando Dios era mujer» («When God was a Woman», Ed. Harvest Book, San Diego, 1978), del historiador del arte Merlin Stone, el que a través de un extenso y bien documentado trabajo, relata la historia de la más vieja de las religiones: la religión de la Diosa, y el rol que jugará esta antigua adoración en las actitudes del judeocristianismo hacia las mujeres. Paralelamente, la destacada arqueóloga de la Universidad de California, Marija Gimbutas, ha publicado más de veinte libros sobre el tema, incluyendo «El lenguaje de la Diosa», en que utiliza las bases formuladas por C. G. Jung, para establecer los significados de las innumerables formas simbólicas asociadas al Arquetipo de la Madre.
Ornella Mutti reeditando una de las poses más antiguas de la humanidad: la Diosa Madre encinta.
Es que sin duda estos símbolos conservan —incluso en nuestra época—, una numinosidad y poderío de los que bien da cuenta el contemporáneo culto a María, con sus innegables lazos hacia la Diosa-Madre-Tierra, pese a las precisiones teológicas vaticanas al respecto. Efectivamente, imágenes como la Virgen de Guadalupe, conservan en toda su pureza los símbolos propios del arquetipo (la virgen está parada sobre una media luna creciente, entre otros varios detalles), lo que las ha llevado a transformarse en objeto del fervor y confianza popular.
El Arquetipo de la Madre se vincula de este modo con los más remotos procesos de concienciación de nuestra especie, y su estudio detallado en todas las culturas del planeta, podría proporcionar valiosas herramientas y conocimientos olvidados, que permitieron a nuestra especie —en un mundo muchísimo más peligroso que el actual—, sobrevivir y prosperar cuando sólo éramos un puñado de hombres sobre la tierra.
Si a alguien se debió este éxito, sin duda hay que atribuirlo a las mujeres, verdaderas depositarias del saber ancestral, en contacto íntimo y permanente con los frutos, ciclos y dones de la tierra. Custodias de los poderes curativos, reproductores y generatrices, así como de los misterios de la vida, el nacimiento y la muerte. La pasión, la lujuria y la disolución. Amas del fogón y la preparación de los alimentos.
Cabe señalar que la hermosa dama de nuestra fotografía, la actriz italiana Ornella Mutti, quien posó embarazada para esta foto, se une arquetípicamente con la —en su estilo—, también hermosísima Venus de Laussel, ya que ambas ejecutan uno de los gestos de maternidad más antiguos de la humanidad. Sus manos descansan, señalan y protegen al nuevo ser que llevan en el vientre

Despertando a tu Diosa Interior
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