miércoles, septiembre 30, 2009

masculinidad-Enviado por Lic.Pablo Arturi desde España

Regalo de Arboleda de Gaia para los caballeros que
caminan a nuestra vera... Gracias por estar ahí...


RESUMEN DE MARIANNA
DEL LIBRO DE SAM KEEN
"SER HOMBRE. MITOS Y CLAVES
DE LA
MASCULINIDAD"

Hacía poco que me había divorciado después de 17 años de matrimonio, mis hijos vivían a seiscientos kilómetros de distancia y estaba locamente enamorado de una hermosa joven. Ella se estaba distanciando de mí rápidamente y yo sentía la presencia de otro hombre que la rondaba.

No había un solo momento en el que no estuviera tramando la forma de reconquistarla, de lograr que me amara. Soñaba despierto que era irresistible, alegre y potente, que la apoyaba, la estimulaba, que me complacía su crecimiento y que me dedicaba generosamente a satisfacer sus necesidades y deseos. En la vida real ella no contestaba mis llamadas y nuestras noches juntos eran raras y terribles.

A fin de protegerme de su pérdida inminente, ya me había procurado otra amante que llenara mis horas vacías y mis noches solitarias, la dulce lujuria que curara la herida de un matrimonio y un amor fracasados. Mi vida se descosía como un traje viejo.

Cierto día fui a ver a un amigo y le conté mi situación. Yo estaba hecho polvo y entonces él me dio el consejo más importante que he recibido sobre qué significa ser hombre. Dijo:

“Hay dos preguntas que un hombre debe hacerse para crecer.
La primera pregunta es: ¿Cuál es mi camino y hacia donde voy?
La segunda pregunta es: ¿Quién vendrá conmigo en este viaje?
Si alteras el orden de las preguntas te verás en graves problemas y no crecerás como hombre.”

Fue entonces cuando comencé a darme cuenta de la abrumadora influencia que LA MUJER tenía sobre mi vida y la de todos los hombres.

No estoy hablando de las mujeres reales de carne y hueso, sino de LA MUJER, esa que está conformada por las figuras femeninas arquetípicas que viven en nuestro inconsciente. ELLA, esa que activa en nosotros emociones que nos sorprenden y dirige muchos de nuestros actos sin que nos demos cuenta.

(A partir de ahora cuando me refiera a LA MUJER como diosa, bruja, arquetipo o fantasma de mi interior, lo haré en mayúsculas. Y cuando me refiera a la mujer mortal de carne y hueso lo haré en minúsculas).

Aparentemente yo era un hombre exitoso. Había acabado una carrera universitaria siendo muy joven y, a mis 35 años, llevaba una vigorosa vida de profesor y escritor. Como la mayoría de los hombres entregaba la mayor parte de mi energía y de mi atención al trabajo.

Pero mi segundo nombre era “Hombre devorado por LA MUJER”.

Todo el tiempo, mientras avanzaba en mi profesión, estuve comprometido en una ansiosa e interminable lucha por encontrar a la “mujer adecuada”, por lograr que mi relación “funcionase”, por crear un buen matrimonio.

También me preocupaba el sexo ¿Soy lo suficientemente bueno? ¿Habrá llegado ella al orgasmo? ¿Por qué no soy potente todo el tiempo? ¿Qué hago con mi deseo por otras mujeres? Cuanto más complicado era mi matrimonio, más me empeñaba en arreglarlo. Trabajé obsesivamente en la comunicación con mi pareja, el sexo y todo lo demás durante mucho tiempo.

El divorcio, finalmente, rompió el modelo simbiótico padre-madre de mi primer matrimonio. Con muchas ilusiones de libertad y éxtasis comencé a “explorar mi sexualidad” y a buscar nuevamente a la “mujer adecuada”. Como mi obsesión por LA MUJER crecía, se me ocurrió que si conocía mis aspectos femeninos no dependería tanto de las mujeres para obtener motivación, placer y ayuda. Durante muchos años de introspección y trabajo personal me pregunté constantemente “¿Soy lo suficientemente receptivo, entregado, intuitivo, sensual, flexible, “femenino”? ¿Soy lo suficientemente activo, decidido, racional, agresivo, “masculino”?”. Pero todos mis esfuerzos parecían arrojarme aún más profundamente en brazos de LA MUJER.


EL VÍNCULO INCONSCIENTE DEL HOMBRE CON LA MUJER
La realidad es que los hombres no tenemos conciencia del poder que LA MUJER ARQUETÍPICA tiene sobre nosotros. Y como no nos damos cuenta de las cadenas que nos atan a ELLA, estas cadenas son aún más fuertes.

Los hombres permanecemos desconectados de nuestra experiencia masculina y de nuestros sentimientos profundos porque nos pasamos la vida negando, defendiéndonos, tratando de controlar y reaccionando ante el poder que LA MUJER tiene sobre nosotros.

Sólo aprenderemos a conocer los misterios propios de la masculinidad separándonos del mundo de LA MUJER. Pero antes de esa separación debemos darnos cuenta de las formas en que LA MUJER ARQUETÍPICA nos atrapa, incorpora, define y devora; porque sino estaremos siempre proyectándola y seremos controlados por aspectos que nos pertenecen aunque nos neguemos a verlos.

Los hombres frecuentemente ignoramos hasta que punto nuestras vidas giran alrededor de la relación que mantenemos con LA MUJER ARQUETÍPICA.

Estamos hechizados por ELLA. LA MUJER es el misterioso fundamento de nuestra existencia. ELLA es el auditorio delante del cual se representa el drama de nuestra vida. ELLA es el juez que nos declara culpable o inocente. ELLA es el Paraíso del que nos expulsaron y que nuestros cuerpos añoran. ELLA es la Diosa que garantiza nuestra salvación y, también, la MADRE CASTRADORA que nos la niega. ELLA tiene sobre nosotros un poder mitológico que nos aterra y fascina al mismo tiempo.

Los hombres nos creemos muy independientes, pero la realidad es que somos muy vulnerables al poder que LA MUJER ARQUETÍPICA tiene sobre nosotros. Por eso comprometemos tanta energía y malgastamos tanto poder tratando de controlar, evitar, conquistar o degradar a las mujeres con las que nos relacionamos.

Cuando un hombre se permite sentir la gran influencia que LA MUJER ARQUETIPICA tiene en su vida es más fuerte que cuando se cree autosuficiente y libre. Sin embargo es imprescindible saber que esta vulnerabilidad no es un síntoma de neurosis ni de anormalidad sino que es un hecho que forma parte del ser masculino en evolución.

Hemos nacido de LA MUJER y nos ha costado mucho trabajo llegar a ser el ser individual que somos. La lucha por conseguir una identidad propia nos lleva la mitad de la vida (como mínimo), por eso es normal que temamos que ELLA (el gran océano arquetípico de lo femenino que nos dio la vida y nos nutrió cuando éramos bebé) nos inunde y nos trague como el mar que devora una isla.

Aprender a diferenciar con claridad entre LA MUJER y las mujeres humanas es el trofeo que se gana al final del viaje heroico del hombre, jamás al principio ni en la mitad del recorrido. Y para que un hombre pueda hacerse consciente de la naturaleza de su virilidad debe saber que LO ESENCIAL DEL MIEDO QUE SENTIMOS ANTE LA MUJER NO TIENE UNA EXPLICACIÓN LÓGICA porque LA MUJER es una figura escurridiza que no está fuera sino que es parte de nosotros; pero vive en nuestro inconsciente y JAMÁS sale de allí para permitirnos verla frente a frente.

Para poder aprender a respetar y amar lo femenino una de las tareas fundamentales de la masculinidad es investigar los sentimientos inconscientes que nos produce esa MUJER ARQUETÍPICA, porque sólo así podremos disolver el miedo irracional que nos ELLA nos provoca.

Podemos pensar en el viaje del hombre hacia la individuación como el proceso que nos permitirá cambiar a LA MUJER por la mujer. Esto nos ayudará a ver a las mujeres humanas no como arquetipos, sino como seres individuales, cada una con sus propias y particulares características. La mayor parte de nuestros problemas no los tenemos con la mujer que está en nuestra cama o en nuestra sala, sino con LA MUJER que vive en nuestro inconsciente.

Para que podamos aprender a amar a las mujeres y a relacionarnos realmente con ellas debemos exorcizar todos los aspectos que surgen de la MUJER ARQUETÍPICA: diosa, prostituta, virgen, ángel, castradora, madre, bruja, teta llena de leche, madre-tierra. Mientras nuestra casa esté habitada por estos fantasmas permaneceremos exiliados del verdadero misterio y poder de la masculinidad y nunca podremos vivir armoniosamente con una mujer real.

No podemos estar cómodos en la intimidad con las mujeres porque nunca nos hemos sentido cómodos lejos de ellas. La mayor parte de los hombres modernos no ha conocido el placer de la soledad y la independencia sostenidas en el tiempo. Nos hemos hecho las preguntas en el orden equivocado. Antes de preguntarnos “¿Cuál es mi camino y hacia donde voy?” nos hemos preguntado si ella vendrá con nosotros o adonde querrá ella ir. Así, hemos sujetado nuestras almas a su aprobación quedando paralizados y gestando hacia ellas un gran resentimiento por esta dependencia.

Para transformarse en hombre, primero hay que “convertirse en hijo pródigo, marchar del hogar y trabajar solo en un país lejano”. Este es, ineludiblemente, el paso previo que el hombre debe realizar para llegar a reconciliarse con las mujeres. Para poder amar a una mujer real, debemos antes dejar atrás a la MUJER ARQUETÍPICA y completar SIN ELLA nuestro proceso de individuación.

Y en este punto llegamos a la encrucijada del camino que separa a aquellos que eligen permanecer inconscientes de las fuentes de su identidad de hombres, de los que optan por iniciar su peregrinaje al interior de la masculinidad lúcida.

Para los que elijan el camino del peregrino el primer paso será olvidar por un tiempo sus problemas de relación con las mujeres y concentrarse en analizar la primera pregunta:
“¿Cuál es mi camino y hacia donde voy?”

Sólo después de que sepamos a ciencia cierta la respuesta y hayamos emprendido nuestro camino podremos plantearnos la segunda pregunta:
“¿Quién vendrá conmigo en este viaje?”

La urgencia que los hombres tenemos por el sexo, la intimidad y la pareja y por poner en orden nuestras relaciones con las mujeres es precisamente la causa de la ansiedad que nos fuerza a establecer relaciones en las que traicionamos nuestra masculinidad.

Como un buen cuento de misterio, el viaje hacia la masculinidad íntegra está lleno de sorpresas que sólo podrán experimentar quienes decidan avanzar poco a poco. Os invito a acompañarme en este viaje.
___________

SAM KEEN se licenció en la Facultad de Teología de Harvard y se doctoró en filosofía de la religión en la Universidad de Princeton. Explorador perpetuo de nuevos espacios, abandonó su cátedra universitaria para seguir indagando de otras formas en el universo interno del ser humano. Es un renombrado filósofo y escritor. Es facilitador de grupos de hombres e imparte talleres y conferencias sobre relaciones humanas, el cultivo espiritual y la mitología en Estados Unidos, Canadá y Europa.

SER HOMBRE. MITOS Y CLAVES DE LA MASCULINIDAD. KEEN, SAM - Gaia Ediciones - 308 páginas - Idioma: Español - ISBN: 848824259X. 1ª edición (1999).


Más información sobre Nueva Masculinidad





Archivos adjuntos de Arboleda de Gaia

martes, septiembre 22, 2009

enviado por Pablo desde España-Nota muy interesante

Mark Josephs-Serra, cofundador de Culture of Honouring Project
"Hoy día falta tensión sexual en las parejas"
IMA SANCHÍS - 22/09/2009


Tengo 54 años. Nací en Londres. Casado, dos hijos. Fui monje. Estoy licenciado en Religiones Comparadas. Sufrimos una crisis social y política cuya raíz es la dominación de los valores masculinos sobre los femeninos. La misma fuerza que la mueve a usted lo mueve todo


Por qué se hizo sacerdote hinduista?

Estaba aterrorizado por la superficialidad de la cultura moderna.

¿Qué aprendió?

Que yo soy la fuerza vital que lo mueve todo, pero al cabo de diez años quise dejar de ser un espíritu sin cuerpo. Somos seres espirituales, físicos, emocionales y mentales.

Y se casó con Elisabeth.

Y decidimos explorar las relaciones íntimas como camino de autoconocimiento. Trabajé con grupos de hombres que se habían dado cuenta de que la masculinidad heredada de sus padres y abuelos ya no era válida; pero percibí que los que se esforzaban por añadir a su vida valores femeninos (empatía con las mujeres, cuidado de los niños...) tampoco funcionaban en sus relaciones de pareja.

No diga eso, que va a desanimarlos...

Tradicionalmente, el principio básico en el que se han basado las relaciones de pareja ha sido el sentido del deber, no esperaban disfrutar. Del deber pasamos al placer: las parejas quieren ser felices y pasarlo bien.

Normal, ¿no?

Sí, pero en la mayoría de los hogares el hombre se siente infinitamente criticado, no respetado y sexualmente frustrado; y la mujer, malhumorada, impaciente, intolerante, invisible y no amada.

Menudo panorama.

Hoy las mujeres rechazan ser dominadas por hombres emocionalmente ausentes, inmaduros y arrogantes, a los que hay que cuidar como niños a la vez que admirar.

Una pirueta imposible, sí.

Y los hombres, despojados de su superioridad, dejando de ser cabeza de familia, retroceden para dar espacio a esta nueva mujer. Corren tras ella sirviéndole tazas de té, tratando de complacerla, pero esta clase de masculinidad débil la irrita aún más.

Mamá enfadada-niño bueno.

Sí, mujer dura-hombre débil. Y las mamás no quieren sexo con sus niños. No hay tensión sexual, lo cual es un problema.

Sin duda.

Se trata de un modelo cultural que nos afecta a todos, es la disputa de la época: ella, que tiene una memoria emocional que impresiona al hombre, comienza a enumerar ejemplos de su inmadurez e incompetencia. Él contraataca, huye o se mofa.

¿Existía tensión sexual con el modelo hombre dominante-mujer sumisa?

Sí, pero era destructivo. Hoy, al haber perdido la esencia de lo femenino y de lo masculino, las parejas son amigos.

¿Y eso no está bien?

Falta la alquimia. Lo femenino y lo masculino son dos potencias del universo que, cuando se unen, transforman. Cuando la mujer recupera su feminidad real y él su masculinidad, recuperan la tensión creativa.

Reivindicamos, pero femeninamente...

La primera mujer, la tradicional, es femenina pero sin poder, no puede decir lo que siente y lo que piensa porque las emociones y los sentimientos no son punto de partida de nada. Hoy hemos empezado a hablar de emociones y a valorar la habilidad de la intuición y la sensualidad; pero es la tercera mujer la que realmente desarrolla esos valores, ese poder.

Bien.

La mujer de hoy desarrolla su poder a través de lo masculino; es decir, sois más mentales y más duras. El verdadero poder femenino es la conexión con lo interno, precisamente con la feminidad, la capacidad intuitiva, creativa y visionaria. La receptividad, principio femenino, no es pasividad.

Pues dígame qué es.

Responder a estímulos constantes. La mujer evolucionada es feroz, no es domable, derrumba todo lo que no es real. Su enfoque es la conexión emocional y sensorial.

¿Cómo acceder a esa confianza?

La primera mujer es más tierna que la segunda, que ha reprimido ese aspecto. La tercera debe reconectarse de la cintura para abajo, con el poder del útero, que sólo se ha utilizado para tener hijos u ofrecer sexo.

¿Dónde está el hombre que se corresponde con esa mujer?

El tercer hombre ha recuperado su poder fálico, que es dirección, visión y acción; es el amor en acción. Cuando un hombre empieza a recuperar esa agresividad positiva, asertividad, pasa de estar en la cabeza o en los genitales a estar en el corazón.

... Primero hay que abrirlo.

Exacto. Como lo femenino ha estado siempre reprimido, y más en el hombre, tiene que empezar a relacionarse con su vida emocional y dejar de defenderse constantemente de la mujer.

...

Debe abrirse al corazón de la mujer sin ser verdugo ni víctima. Lo femenino ya no es una amenaza, sino un complemento. Tanto el primer hombre como el segundo tienen complejo de inferioridad frente a la mujer porque temen su poder. El tercer hombre, cuyas raíces están dentro de su propio poder, puede ver a la mujer como un igual.

¿Qué han de trabajar ellos?

El conocimiento propio, y descubrir cuál es su regalo supremo a una mujer.

¿Cuál es?

La presencia. El femenino y el masculino es el mismo poder, pero se expresan de forma distinta. Ella perdió su poder y lo está recuperando, y debe ponerlo al servicio del corazón. Él debe cargar ese poder (dirección y acción) de sentido, de corazón.

miércoles, septiembre 09, 2009

diosas1 el domingo 13 de septiembre

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